Mens sana in corpore sano

Siempre he creído que el deporte no iba conmigo. Que yo no era deportista.

Desde pequeña no he sido buena para el deporte. Siempre he sido descoordinada, me asfixiaba en cuanto corría un poco, chupaba banquillo en los partidos de baloncesto, saltar el plinto me parecía una tortura china y, además, el chándal me quedaba siempre corto… Aquello no iba conmigo.

Así que cuando me diagnosticaron escoliosis y el médico me dio un papel en el que ponía «exenta de gimnasia» me sentí muy feliz y liberada.

Durante años me limité a hacer, obligada, los ejercicios de rehabilitación de la espalda y a sufrir todo tipo de tropelías en mi cuerpo con aparatos y corsés para corregir mi escoliosis. Tras esos largos años de tratamientos, mi desviación se detuvo pero también perdí toda la flexibilidad y el tono muscular de mi columna.

En el momento en el que me quitaron el corsé (al que llamé Escarlata O´Hara), el médico me mandó a hacer yoga. Corría el año 92. Yo vivía en un pueblecito de Valencia y el yoga no era una disciplina popular, como hoy en día. Yoga para mí era equivalente a ¡secta!. Así que busqué y busqué hasta que di con una clase en la asociación de amas de casa de mi pueblo, Moncada.

Comencé desconfiada pero enseguida descubrí que me producía enormes beneficios, no sólo para mi espalda, sino también para empezar a tomar conciencia de mi cuerpo y de mi mente, de los que hasta entonces vivía desconectada…

Durante un tiempo sumé al yoga clases de natación. La piscina estaba en la ciudad universitaria de Valencia y tardaba casi una hora en llegar en tranvía, pero iba dos veces en semana porque me encantaba cómo me sentía al salir. Fue una de las épocas de mi vida en las que mejor me sentí físicamente.

Llegué de Valencia y me incorporé al mundo laboral en Tenerife y aparqué la actividad física. Tenía toda mi energía puesta en el trabajo y en mi carrera de Periodismo.

Con el tiempo me recomendaron a Pilar Casaseca, médico homeópata que daba clases de yoga cerca de casa de mis padres. Gracias a Pilar volví a conectar con mi cuerpo y mi mente y empecé a descubrir las partes de mi cuerpo que estaban atrofiadas, a entender porqué no podía hacer determinados ejercicios, y los grandes beneficios que aportaba el yoga a mi cuerpo y mente. Pilar y las chicas de yoga se convirtieron en una gran familia y allí estuve acudiendo durante muchísimos años para aliviar mis tensiones, serenar mi mente y cargarme de energía con el abrazo de despedida de Pilar, gran amiga y consejera.

El trabajo, el estrés, una mudanza… me alejó de mi pequeña rutina de deporte durante un tiempo y mi cuerpo empezó a acusarlo. Cada dos por tres estaba en el fisio llena de contracturas y dolores.

No fue hasta que me quedé embarazada que volví a la piscina. Me sentía genial en el agua y tuve un embarazo fantástico, tanto que estuve nadando hasta dos días antes de dar a luz.

Después volví a desconectarme de mi cuerpo. El trabajo, la niña, las obligaciones, el tiempo que empecé a destinar a pintar sobre tela… eliminaron la actividad física de mi vida durante unos años. Y con ello, llegó el estrés, la ansiedad…

Un año antes de dejar mi trabajo encontré la motivación para ir a la oficina en el trayecto que realizaba en bicicleta desde mi coche al trabajo. El aire en mi cara, sentir mis músculos en movimiento, el esfuerzo que tenía que realizar, los avances que iba consiguiendo… eran mi chute de energía para pasar la jornada. ¡Mi bicicleta plegable me daba alas! Luego llegó el otoño, la lluvia y la aparqué, y mi ánimo también quedó aparcado.

Cuando empecé mi vida libertina estaba tan enfocada en aprender, en trabajar, que volví a olvidarme de mi cuerpo, pese a que pasaba muchas horas sentada frente a una pantalla de ordenador o pintando y mi espalda y  cuello se resentían. Tuve algunos atisbos de volver a activarme, algo de yoga, algo de piscina, algo de Pilates… pero sin fundamento.

¿Qué creencias te limitan? ¿La actividad física forma parte de tu vida? ¿Cómo sientes que te beneficia?¡Me encantaría que compartieras tu experiencia para que sigamos aprendiendo juntos!Gracias por haber llegado hasta aquí. Si te ha gusta este post, regálame un me gusta y si deseas seguir recibiendo mis publicaciones, subscríbete a mi lista y así no te perderás ninguna de mis novedades. ¡Prometo traer siempre un poco de inspiración y luz a tu buzón!

Y recuerda, ¡la vida es un viaje! Disfrutémosla cada día.

16 comentarios sobre “Mens sana in corpore sano

  1. Llevas toda la razón del mundo, yo también sufro mucho con mi espalda, tantas horas de ordenador son fatales, y lo único que me ayuda es el ejercicio físico. Debería hacer más pero muchas veces anteponemos el trabajo y al final nos pasa factura.
    Muy buen artículo!

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  2. ¡Hola! Los deportes que me gusta practicar son yoga (desde hace más de 20 años), natación y correr. Pero después de esta 2ª maternidad, el problema está siendo el tiempo: no lo programo como prioridad y lo voy dejando, dejando, dejando… Mi espalda está hecha unos zorros y voy dando pasitos en volver a incorporar el deporte como hábito. Poco a poco voy viendo la luz al final del túnel pero todavía me falta para hacerlo como a mí me gusta 🙂

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  3. Gracias Patri por mencionarme en tu blog como algo positivo en tu vida. Me enorgullece y no sabes cuánto🤗😊 …..;ver cada dia como venis a clase con mucha actitud y con afán de superación constante, me hace Feliz . Pero esa actitud que traen es la que hace que yo sea Alegre, Activa , y sobre todo motivadora para seguir creciendo juntas. No eres solo una alumna, eres un conjunto de emociones , actitudes y aptitudes que forman un todo que te hace única e » incopiable «. No cambies nunca Patri 😘.
    PD: Estoy muy contenta de tus grandes avances …. y lo sabes 😛❤

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